ASUbronze, el arte de fundir en familia
Posiblemente se sorprenderían si les digo que existe una conexión directa entre Hialeah y las obras de Fernando Botero, Mimmo Paladino, Manolo Valdés, Edgar Negret, Kcho, Cornelis Zitman e Ignacio Iturria, entre otros. ¿Qué tiene que ver esta municipalidad situada al noroeste del condado Miami-Dade con semejantes creadores? Una comunidad donde proliferan las poncheras y talleres mecánicos, las tiendas minoristas y los restaurantes… La primera pista la encontramos en el denominador común de este emporio de servicios, los pequeños negocios familiares.
Por lo general los artistas buscan ambientes en los que ellos y sus obras sean arropados, por lo que prefieren los establecimientos administrados por un patriarca apasionado y su familia, en los que se protegen y perfeccionan técnicas y oficios tradicionales, artesanales, aunque a la par se empleen medios y materiales actuales. Y para eso existe en Hialeah el estudio y fundición de esculturas ASUbronze, propiedad del cubano Lázaro Valdés, llegado de lo mas recóndito de Pinar del Río, que reúne en sí y a su alrededor: trato sencillo y exquisito, y desprendimiento y amor hacia el arte que otros conciben. A lo anterior se suman sus habilidades manuales de toda índole y un liderazgo natural. La nómina esta compuesta por madre, padre, hermanos, tíos y primos. También es común encontrar en el taller algún que otro amigo entrañable, como el escultor Mario Almaguer.
En Cuba, Valdés combinaba las tareas propias del campesino con los estudios superiores de geografía. En su terruño, un punto demasiado aislado de la campiña, el principal estímulo que tuvo fueron las numerosas necesidades que finalmente lo condujeron al mundo del arte –con un solo antecedente familiar, el escultor Fausto Ramos– para luego viajar al extranjero y diseñarse allí un futuro mejor.
“Cuba me dotó de una infinita capacidad de inventar”, explica Valdés, “permitiéndome echarle ingenio e imaginación a los problemas, readaptando fórmulas y mecanismos. Eso es algo que aprendimos desde la cuna los cubanos de mi generación. Por supuesto, junto con mi familia, desde que llegué a Miami, me enfoqué en optimizar la utilización de equipos y procedimientos existentes. Lo innovado es tanto que tengo un sueño, hacer un libro explicando los métodos y soluciones aportados por nosotros en lo concerniente a moldes, cera, fundición, restauración, en fin, en cuanto servicio prestamos…, hasta en la manera de hacer una tarja o relieve conmemorativo de esos que a cada rato nos encargan”.
Cuando le pregunto por los artistas que han pasado por su taller, Valdés me advierte que prefiere darme un listado de todos, que a él no le gusta discriminar a ninguno. “Por cierto, con cada uno también aprendemos cosas…, igual eso lo llevaré al libro, para que sea una guía completa, que ayude de verdad a resolver dificultades, porque los manuales que circulan y que consulté, eran pura teoría, como si el escritor jamás hubiera ejercitado la escultura”.
Asomarse al interior de las naves industriales que configuran el taller es como enfrentar una gran instalación artística que conjuga infinidad de piezas, naturalistas y abstractas, de cualquier estilo; pequeñas y monumentales, completas o fragmentadas, que surgen entre maquinarias y hombres que las sueldan, pulen y patinan. Un montaje vivo, una especie de decorado teatral surrealista, que servirá de escenario –y esto es una primicia– al Simposio Internacional de Escultura que se celebrará durante el próximo Art Basel. Para los delegados las instalaciones serán una oportunidad para codearse con obras de Iván Tovar, Manuel Carbonell, Antuán, Cristina Giampaoli, Bedia, Jeffly Molina, Pedro Pablo Oliva, Romero Britto, Carlos Luna, Baltazar Lobos, Idan Zareski, Enrique Martínez Celaya y otros.
Para los delegados y para quienes recurren habitualmente a sus prestaciones, siempre hay a media jornada, un choque culinario con la sazón pinareña de Neyda Pereiro, madre de Valdés y jefa del acogedor comedor del complejo, un almuerzo en familia, que termina con los comensales echando una siesta en hamacas a la sombra de los árboles.
Ahora estoy viendo a Valdés interactuar a corta distancia con una obra del maestro Sandro Chía, en cuyas manos acaba de depositar un bruñido corazón. Mientras coloca masilla despacha los asuntos del taller con su esposa, la colombiana Esmerlin Corrales, la que se autodenomina “Zoila”. “Soy-la que hace esto y Soy-la que hace lo otro”, comenta.
“¿Lázaro, cuál fue tu primera obra personal?”, pregunto cuando ya estoy a punto de marcharme.
“Un juego de cuarto tallado con un hacha”, contesta sin pestañear.
“¿Qué artistas te gustan más?”, indago.
“Lorenzo Bernini, Rodin…, pero me motiva más que nada lo contemporáneo y actual”, concluye. •
Aldo Menéndez es pintor, crítico y curador. artsituation@gmail.com. www.aldomenendez.com
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/31/1555259/asubronze-el-arte-de-fundir-en.html